sábado, 30 de abril de 2016

Ecuador, una vocación, y una vida entregada

659. Ese es la terrible cifra de fallecidos que ha provocado el terremoto de Ecuador del pasado 16 abril. Nosotros estábamos en Lesbos cuando dimos las primeras informaciones, rodeados de personas que también habían tenido grandes devastaciones en sus vidas.

Y como digo, a miles de kilómetros la tierra tembló. Y poco a poco fuimos conociendo cómo fueron los últimos momentos de algunas de esas 659 personas. Seis de ellas pertenecían a las Siervas del Hogar de la Madre, una congregación que tiene tres casas en Ecuador. Una de ellas, la que estaba en Playa Prieta fue completamente destruida por el terremoto.

Allí murieron una monja y cinco novicias. Pero no es lo mismo hablar de ellas a través de una cifra que conocerlas.

Hoy quiero acercarte a la vida, al menos de la monja, sor Clare Crockett, de 33 años. A lo largo de su vida explicó en numerosas ocasiones cómo había encontrado su vocación, en una vida que estaba en las antípodas de la entrega generosa por los demás. 

Desde pequeña, esta guapísima joven, que desbordaba talentos expresivos quería ser actriz. Y pronto vieron muchos que había nacido para llegar algo. A los diecisiete años estaba presentando programas de televisión en cadenas importantes irlandesas, donde había nacido. Y con tan solo 18 años, tuvo su primer papel en una película.

Su espíritu indómito y social hacía que cada fin de semana saliera con sus amigos a discotecas y se emborrachara sin control. 

Pero un día una amiga le propuso algo que cambiaría su vida para siempre: ir a España gratis durante una Semana Santa. Era una peregrinación en un monasterio con las religiosas de Hogar de la Madre. Cuando se dio cuenta de dónde iba intentó dar marcha atrás pero los billetes ya tenían su nombre. Como ella mismo describió, en aquel viaje sintió que el Señor la interpelaba profundamente y la frase "¿qué voy a hacer yo por Él?" quedó suspendida dentro de ella.

Al poco tiempo fue de peregrinación con aquellas religiosas. Algo se movía en su interior. Pero pocas personas valientes y decididas dejan aparcado un interrogante vital cuando se presenta. Y Claire era una de ellas. Como ella mismo explicaba, algo hacía que no fuera feliz, que aunque lo tenía todo, en realidad “no tenía nada”

Su siguiente episodio vital fue en un sitio tan inesperado como un servicio de una discoteca. Allí sintió que Jesucristo le preguntaba: "¿Por qué me sigues hiriendo?" 

Esa preguntar rondaba en cada uno de sus pasos, por muy alejados que estuvieran de una vida consagrada a Dios. Y esa pregunta retumbó en una habitación de hotel. Estaba en una de las presentaciones de la película en la que actuó. Le pagaban muy bien y estaba rodeada de gente con mucho dinero y también mucho poder. Una vida, que muchos calificarían “de película”.

Clare tomó la que fue la gran decisión de su vida: ofrecerse a Dios y formar parte de la comunidad de las Siervas del Hogar de la Madre. La decisión le hizo profundamente feliz. Como ella misma decía, se sentía muy impresionada del modo en el que Dios trabaja en las almas y cómo puede transformar la vida de uno y conquistar su corazón. 

Con los años, la hermana Clare fue destinada a una de las tres comunidades que las religiosas Siervas del Hogar de la Madre tienen en Ecuador. Allí, como nos han comentado, siguió siendo un ciclón de alegría. Su sola presencia inundaba de alegría la comunidad y a cuantos se acercaban a ella. Y uno de los que más recibieron esa energía desbordante de la hermana Clare eran los niños. En este vídeo puedes escuchar cómo tocaba la guitarra y cantaba con ellos.


En los vídeos que hay de la hermana Clare, como éste, siempre aparece brindando la mejor de sus sonrisas. Y esa sonrisa me hace pensar que a sus 33 años murió plenamente feliz, algo que muchos no alcanzan ni siquiera multiplicando por tres esos años en sus vidas.

Le he preguntado de hecho a una de las hermanas de la congregación, que vivió con ella muchos años. La hermana Teresa María me decía que unos días antes del terremoto habían sufrido grandes inundaciones en la zona donde vivía la hermana Clare. Esos días las religiosas trabajan al cien por cien por achicar agua del colegio en el que vivía. Y una de las religiosas vio a la hermana Clare cansada pero feliz. 

La hermana María me ha descrito cómo entienden ellas el fallecimiento de la hermana Clare. Estaba en los planes de Dios. Y los frutos que está dando no les están pasando inadvertidos.

Realmente no me parece casualidad que la hermana Clare muriera exactamente a los 33 años, la misma edad de Cristo, por quien entregó su vida. No me cabe ninguna duda de que Dios ya ha recogido a la hermana Clare y que ella goza ya de ver su rostro.


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