A los Padres

"La experiencia educadora de María constituye un punto de referencia seguro para los padres cristianos, que están llamados, en condiciones cada vez más complejas y difíciles, a ponerse al servicio del desarrollo integral de la persona de sus hijos, para que lleven una vida digna del hombre y que corresponda al proyecto de Dios".
San Juan Pablo II, catequesis del 4 de diciembre de 1996.


"La familia es una institución intermedia entre el individuo y la sociedad, y nada la puede suplir totalmente. Ella misma se apoya sobre todo en una profunda relación interpersonal entre el esposo y la esposa, sostenida por el afecto y comprensión mutua. Para ello recibe la abundante ayuda de Dios en el sacramento del matrimonio, que comporta verdadera vocación a la santidad. Ojalá que los hijos contemplen más los momentos de armonía y afecto de los padres, que no los de discordia o distanciamiento, pues el amor entre el padre y la madre ofrece a los hijos una gran seguridad y les enseña la belleza del amor fiel y duradero. 

La familia es un bien necesario para los pueblos, un fundamento indispensable para la sociedad y un gran tesoro de los esposos durante toda su vida. Es un bien insustituible para los hijos, que han de ser fruto del amor, de la donación total y generosa de los padres. Proclamar la verdad integral de la familia, fundada en el matrimonio como Iglesia doméstica y santuario de la vida, es una gran responsabilidad de todos". 


Benedicto XVI, EMF en Valencia, 2006.


"El padre y la madre se han dicho un "sí" total ante Dios, lo cual constituye la base del sacramento que les une; asimismo, para que la relación interna de la familia sea completa, es necesario que digan también un "sí" de aceptación a sus hijos, a los que han engendrado o adoptado y que tienen su propia personalidad y carácter. Así, estos irán creciendo en un clima de aceptación y amor, y es de desear que al alcanzar una madurez  suficiente quieran dar a su vez un "sí" a  quienes  les han dado la vida. 

(...) La comunidad eclesial tiene la responsabilidad de ofrecer acompañamiento, estímulo y alimento espiritual que fortalezca la cohesión familiar, sobre todo en las pruebas o momentos críticos".

Benedicto XVI, EMF en Valencia, 2006.




"Junto con la transmisión de la fe y del amor del Señor, una de las tareas más grandes de la familia es la de formar personas libres y responsables. Por ello los padres han de ir devolviendo a sus hijos la libertad, de la cual durante algún tiempo son tutores. Si estos ven que sus padres —y en general los adultos que les rodean— viven la vida con alegría y entusiasmo, incluso a pesar de las dificultades, crecerá en ellos más fácilmente ese gozo profundo de vivir que les ayudará a superar con acierto los posibles obstáculos y contrariedades que conlleva la vida humana. Además, cuando la familia no se cierra en sí misma, los hijos van aprendiendo que toda persona es digna de ser amada, y que hay una fraternidad fundamental universal entre todos los seres humanos". 

Benedicto XVI, EMF en Valencia, 2006.




"Transmitir la fe a los hijos, con la ayuda de otras personas e instituciones como la parroquia, la escuela o las asociaciones católicas, es una responsabilidad que los padres no pueden olvidar, descuidar o delegar totalmente. 

(...) "Los padres, partícipes de la paternidad divina, son los primeros responsables de la educación de sus hijos y los primeros anunciadores de la fe. Tienen el deber de amar y de respetar a sus hijos como personas y como hijos de Dios... En especial, tienen la misión de educarlos en la fe cristiana" (Compendio del Catecismo de la Iglesia católica460). 

El lenguaje de la fe se aprende en los hogares donde esta fe crece y se fortalece a través de la oración y de la práctica cristiana".  

Benedicto XVI, EMF en Valencia, 2006.

Oración por las familias 


Oh, Dios, que en la Sagrada Familia
nos dejaste un modelo perfecto
de vida familiar vivida en la fe
y la obediencia a tu voluntad.
Ayúdanos a ser ejemplo de fe y amor
a tus mandamientos.

Socórrenos en nuestra misión
de transmitir la fe a nuestros hijos.
Abre su corazón para que
crezca en ellos la semilla de la fe
que recibieron en el bautismo.
Fortalece la fe de nuestros jóvenes,
para que crezcan en el conocimiento de Jesús.

Aumenta el amor y la fidelidad
en todos los matrimonios,
especialmente aquellos 
que pasan por momentos de sufrimiento o dificultad.


Unidos a José y María,
te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo,
nuestro Señor.
Amén.


Frente a la tentación del divorcio: pensemos en nuestros hijos

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