El
6 de diciembre, la Iglesia celebra la memoria de San Nicolás, patrono
de los niños, los marineros y los viajeros y, además, de países como
Rusia, Grecia y Turquía. Además es honrado en ciudades de Italia,
Holanda, Suiza, Alemania, Austria y Bélgica. Su nombre significa "protector y defensor de los pueblos" y fue tan popular en la antigüedad que se le han consagrado en el mundo más de dos mil templos.
San
Nicolás nació en Patara, Licia (actual Turquía), hacia el año 270, en
el seno de una familia muy rica. Desde niño se caracterizó porque todo
lo que conseguía lo repartía entre los pobres. Sin duda esta generosidad
la aprendió de sus padres, que murieron atendiendo a los enfermos de
una epidemia y dejaron a San Nicolás una fortuna. Uno de sus tíos era
obispo y fue éste quien lo consagró como sacerdote, pero al quedar
huérfano, el santo repartió todas sus riquezas entre los pobres e
ingresó en un monasterio. Afirmaba el santo que «sería un pecado no repartir mucho, siendo que Dios nos da tanto». Más adelante peregrinó a Egipto y Palestina, donde conoció Tierra Santa.
Según
la tradición, a su regreso, llegó a la ciudad de Mira (actual
Dembre), en Turquía, los obispos y sacerdotes se encontraban en el
templo reunidos para la elección del nuevo obispo, ya que el anterior
había muerto. Al fin dijeron: «elegiremos al próximo sacerdote que entre al templo».
En ese momento sin saber lo que ocurría, entró Nicolás y por aclamación
de todos fue elegido obispo. Fue muy querido por la cantidad de
milagros que por su medio fueron concedidos a los fieles. Además, se
dice que el santo, con sus enseñanzas, logró impedir que la herejía
arriana (que negaba la divinidad de Jesucristo) llegase a la ciudad de
Mira.
Una tradición cuenta que San Nicolás asistió al Concilio de Nicea. Durante los debates, cuando Nicolás escuchó las palabras blasfemas de Arrio, se indignó tanto que le dio una bofetada delante de todos. El Concilio Ecuménico condenó al arrianismo y redactó el Símbolo de la Fe, en el cual se expuso en palabras exactas la fe ortodoxa, la fe en el Señor Jesucristo como el Hijo de Dios, de la misma naturaleza que el Padre.
Una tradición cuenta que San Nicolás asistió al Concilio de Nicea. Durante los debates, cuando Nicolás escuchó las palabras blasfemas de Arrio, se indignó tanto que le dio una bofetada delante de todos. El Concilio Ecuménico condenó al arrianismo y redactó el Símbolo de la Fe, en el cual se expuso en palabras exactas la fe ortodoxa, la fe en el Señor Jesucristo como el Hijo de Dios, de la misma naturaleza que el Padre.
En
la época del emperador Licino, quien decretó una persecución contra los
cristianos, Nicolás fue encarcelado y azotado. Una tradición cuenta que
el santo fue visitado en su celda por Jesús que le preguntó «¿Por qué estás aquí?», a lo que Nicolás respondió «Porque te amo, mi Dios y mi Señor».
Jesús le entregó un ejemplar de los Evangelios y la Santísima Virgen
invistió a Nicolás con su palio (ornamento de lana blanca propio de los
obispos). Con la llegada de Constantino fueron liberados él y los demás
prisioneros cristianos.
Gran
defensor de la justicia, Nicolás salvó a tres jóvenes de ser
ejecutados, víctimas de un soborno del gobernador Eustacio, quien luego
se arrepintió al ser reprendido por San Nicolás. Tres oficiales fueron
testigos de estos hechos y posteriormente, cuando estaban en peligro de
muerte, rezaron a Nicolás. El Santo se le apareció en sueños a
Constantino y le ordenó que los liberase porque eran inocentes. El
emperador, después de que los soldados le dijeran que ellos habían
invocado a Nicolás, los envió libres y les mandó llevar una carta al
Santo Obispo, en la que le pedía que orase por la paz en el mundo.
El
santo murió el 6 de diciembre del año 345 o 352. En oriente lo llaman
Nicolás de Mira, por la ciudad donde fue obispo, pero en occidente se le
llama Nicolás de Bari, porque en el año 1087, cuando los musulmanes
invadieron Turquía, un grupo de cristianos sacó de allí, en secreto, las
reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en la costa
adriática de Italia (por eso se le conoce también como San Nicolás de
Bari), donde reposa hasta hoy. De sus restos brota un aceite conocido
como el “Manna di San Nicola”. En Mira, se decía que «el
venerable cuerpo del obispo, embalsamado en el aceite de la virtud,
sudaba una suave mirra que le preservaba de la corrupción y curaba a los
enfermos, para gloria de aquél que había glorificado a Jesucristo,
nuestro verdadero Dios».
De
San Nicolás escribieron muy hermosamente San Juan Crisóstomo y otros
grandes santos, pero su biografía fue escrita por el Arzobispo de
Constantinopla, San Metodio.
Por haber sido tan amigo de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y como en alemán se llama "San Nikolaus", lo empezaron a llamar Santa Claus,
siendo representado como un anciano vestido de rojo (color asimilado de
la vestimenta propia de los obispos), con una barba muy blanca, que
pasaba de casa en casa repartiendo regalos y dulces a los niños. Sin
embargo, al quitarle al personaje su sentido religioso, se desvirtuó su
origen católico y ahora se utiliza únicamente con fines comerciales.
San
Nicolás ha sido invocado por los fieles en momentos de peligro,
naufragios, incendios y cuando la situación económica se ponía difícil,
consiguiendo así favores admirables por intercesión del santo que
hicieron que su culto llegase a ser sumamente popular en toda Europa. En
el S. VI, el emperador Justiniano construyó una Iglesia en
Constantinopla (hoy Estambul) en su honor.
Es patrono de los navegantes porque en medio de una tempestad unos marineros empezaron a clamar: «Oh Dios, por las oraciones de nuestro buen Obispo Nicolás, sálvanos».
En ese momento, se cuenta, apareció San Nicolás sobre el barco, bendijo
el mar y este se calmó. Luego el Obispo desapareció. Según la costumbre
de oriente, los marineros del mar Egeo y del Jónico tienen una “estrella de San Nicolás” y se desean buen viaje diciendo: «Que San Nicolás lleve tu timón».
Se
narra también que tres niños fueron asesinados y arrojados en un barril
de sal. Sin embargo, por la oración de San Nicolás los infantes
volvieron a la vida. Por ello es patrono de los niños y se le suele
representar con tres pequeños a su costado.
Otra
leyenda narra que en la Diócesis de Mira había un vecino en extrema
pobreza que decidió exponer a sus tres hijas vírgenes a la prostitución
para que todos ellos puedan subsistir. San Nicolás, buscando evitar que
esto sucediera y en la oscuridad de la noche, arrojó por la chimenea de
la casa de aquel hombre una bolsa con monedas de oro (gesto adaptado a
la tradición del Santa Claus). Con el dinero se casó la hija
mayor. Quiso el santo hacer lo mismo en bien de las otras dos, pero en
la segunda ocasión, después de tirar la bolsa sobre la pared del patio
de la casa, San Nicolás se enredó con la ropa que estaba tendida para
secar y el padre descubrió a su bienhechor y le agradeció su caridad.
Fuentes:
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