martes, 6 de diciembre de 2016

San Nicolás

El 6 de diciembre, la Iglesia celebra la memoria de San Nicolás, patrono de los niños, los marineros y los viajeros y, además, de países como Rusia, Grecia y Turquía. Además es honrado en ciudades de Italia, Holanda, Suiza, Alemania, Austria y Bélgica. Su nombre significa "protector y defensor de los pueblos" y fue tan popular en la antigüedad que se le han consagrado en el mundo más de dos mil templos. 

San Nicolás nació en Patara, Licia (actual Turquía), hacia el año 270, en el seno de una familia muy rica. Desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres. Sin duda esta generosidad la aprendió de sus padres, que murieron atendiendo a los enfermos de una epidemia y dejaron a San Nicolás una fortuna. Uno de sus tíos era obispo y fue éste quien lo consagró como sacerdote, pero al quedar huérfano, el santo repartió todas sus riquezas entre los pobres e ingresó en un monasterio. Afirmaba el santo que «sería un pecado no repartir mucho, siendo que Dios nos da tanto». Más adelante peregrinó a Egipto y Palestina, donde conoció Tierra Santa.

Según la tradición, a su regreso, llegó a la ciudad de Mira (actual Dembre), en Turquía, los obispos y sacerdotes se encontraban en el templo reunidos para la elección del nuevo obispo, ya que el anterior había muerto. Al fin dijeron: «elegiremos al próximo sacerdote que entre al templo». En ese momento sin saber lo que ocurría, entró Nicolás y por aclamación de todos fue elegido obispo. Fue muy querido por la cantidad de milagros que por su medio fueron concedidos a los fieles. Además, se dice que el santo, con sus enseñanzas, logró impedir que la herejía arriana (que negaba la divinidad de Jesucristo) llegase a la ciudad de Mira.

Una tradición cuenta que San Nicolás asistió al Concilio de Nicea. Durante los debates, cuando Nicolás escuchó las palabras blasfemas de Arrio, se indignó tanto que le dio una bofetada delante de todos. El Concilio Ecuménico condenó al arrianismo y redactó el Símbolo de la Fe, en el cual se expuso en palabras exactas la fe ortodoxa, la fe en el Señor Jesucristo como el Hijo de Dios, de la misma naturaleza que el Padre. 

En la época del emperador Licino, quien decretó una persecución contra los cristianos, Nicolás fue encarcelado y azotado. Una tradición cuenta que el santo fue visitado en su celda por Jesús que le preguntó «¿Por qué estás aquí?», a lo que Nicolás respondió «Porque te amo, mi Dios y mi Señor». Jesús le entregó un ejemplar de los Evangelios y la Santísima Virgen invistió a Nicolás con su palio (ornamento de lana blanca propio de los obispos). Con la llegada de Constantino fueron liberados él y los demás prisioneros cristianos. 

Gran defensor de la justicia, Nicolás salvó a tres jóvenes de ser ejecutados, víctimas de un soborno del gobernador Eustacio, quien luego se arrepintió al ser reprendido por San Nicolás. Tres oficiales fueron testigos de estos hechos y posteriormente, cuando estaban en peligro de muerte, rezaron a Nicolás. El Santo se le apareció en sueños a Constantino y le ordenó que los liberase porque eran inocentes. El emperador, después de que los soldados le dijeran que ellos habían invocado a Nicolás, los envió libres y les mandó llevar una carta al Santo Obispo, en la que le pedía que orase por la paz en el mundo.

El santo murió el 6 de diciembre del año 345 o 352. En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde fue obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque en el año 1087, cuando los musulmanes invadieron Turquía, un grupo de cristianos sacó de allí, en secreto, las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en la costa adriática de Italia (por eso se le conoce también como San Nicolás de Bari), donde reposa hasta hoy. De sus restos brota un aceite conocido como el “Manna di San Nicola”. En Mira, se decía que «el venerable cuerpo del obispo, embalsamado en el aceite de la virtud, sudaba una suave mirra que le preservaba de la corrupción y curaba a los enfermos, para gloria de aquél que había glorificado a Jesucristo, nuestro verdadero Dios».

De San Nicolás escribieron muy hermosamente San Juan Crisóstomo y otros grandes santos, pero su biografía fue escrita por el Arzobispo de Constantinopla, San Metodio.

Por haber sido tan amigo de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y como en alemán se llama "San Nikolaus", lo empezaron a llamar Santa Claus, siendo representado como un anciano vestido de rojo (color asimilado de la vestimenta propia de los obispos), con una barba muy blanca, que pasaba de casa en casa repartiendo regalos y dulces a los niños. Sin embargo, al quitarle al personaje su sentido religioso, se desvirtuó su origen católico y ahora se utiliza únicamente con fines comerciales.

San Nicolás ha sido invocado por los fieles en momentos de peligro, naufragios, incendios y cuando la situación económica se ponía difícil, consiguiendo así favores admirables por intercesión del santo que hicieron que su culto llegase a ser sumamente popular en toda Europa. En el S. VI, el emperador Justiniano construyó una Iglesia en Constantinopla (hoy Estambul) en su honor.

Es patrono de los navegantes porque en medio de una tempestad unos marineros empezaron a clamar: «Oh Dios, por las oraciones de nuestro buen Obispo Nicolás, sálvanos». En ese momento, se cuenta, apareció San Nicolás sobre el barco, bendijo el mar y este se calmó. Luego el Obispo desapareció. Según la costumbre de oriente, los marineros del mar Egeo y del Jónico tienen una “estrella de San Nicolás” y se desean buen viaje diciendo: «Que San Nicolás lleve tu timón».

Se narra también que tres niños fueron asesinados y arrojados en un barril de sal. Sin embargo, por la oración de San Nicolás los infantes volvieron a la vida. Por ello es patrono de los niños y se le suele representar con tres pequeños a su costado.

Otra leyenda narra que en la Diócesis de Mira había un vecino en extrema pobreza que decidió exponer a sus tres hijas vírgenes a la prostitución para que todos ellos puedan subsistir. San Nicolás, buscando evitar que esto sucediera y en la oscuridad de la noche, arrojó por la chimenea de la casa de aquel hombre una bolsa con monedas de oro (gesto adaptado a la tradición del Santa Claus). Con el dinero se casó la hija mayor. Quiso el santo hacer lo mismo en bien de las otras dos, pero en la segunda ocasión, después de tirar la bolsa sobre la pared del patio de la casa, San Nicolás se enredó con la ropa que estaba tendida para secar y el padre descubrió a su bienhechor y le agradeció su caridad.


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